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Recursos Humanos, Ubicación 2

El arte de trabajar con sabiduría. Por Dra. Ana Lamas.

Pasear con personajes ficcionales o históricos, recorrer lugares y situaciones que convoquen a una nueva crónica se convirtió en un ejercicio de curiosidad que arrastro desde mi niñez. Me sumerjo en el tiempo y el espacio de un universo de imágenes y textos. En medio de tal paisaje, hace poco tiempo leí un libro no muy extenso que parecía escrito por un psicólogo, o tal vez un sociólogo, hasta me atrevería a decir, un neurocientífico. Pero, no fue así, floreció de un sabio con gran sentido común: Cicerón, un pensador de la antigüedad clásica quien nos legó el título “El arte de envejecer”.  

El nombre Cicerón me recordó a historia de la secundaria. Allí aprendí que ese filósofo, fue un acérrimo defensor del sistema republicano de Roma y que la oratoria y la argumentación fueron sus herramientas en el arte de persuadir. Tales competencias siempre me cautivaron porque tienen mucho de habla y de escucha. Me conquistó el libro por el título y por el deseo de aprender a fundamentar mis ideas. Aunque debo admitir que también me generó otros interrogantes que quiero compartir en este artículo.

 El autor, no se dedicó a la vejez como estadio final, incluyó en su análisis un espacio dedicado a la juventud y a la construcción de la vida. Rescatar esos conceptos y aplicarlos a la vida laboral, podría constituir un buen inicio para pensar y pensarse en medio de un mundo donde lo viejo se descarta sólo por viejo, generando angustia y pesar en quienes lo sienten y padecen.

Ese cautivante relato me impulsó a imaginar la finalización del ciclo laboral clásico, usando analogías con el texto de Cicerón. En efecto, él sostuvo que una buena vejez comienza a concebirse en la juventud, por qué no especular entonces que un buen retiro laboral comienza en la juventud, a planearse con el arte de la sabiduría, con la mirada optimista no de final trágico sino de cambio natural hacia otras formas de trabajar o hacer o vivir positivamente.

La pregunta crucial es ¿Cómo? Veamos qué sucede y de qué manera podemos asumir el cambio en forma provechosa. Envejecer con sabiduría en el trabajo, elimina la idea de un adulto como objeto descartable y poco útil a la organización o que se debe retirar a los 60 o 65 años porque lo indica el calendario vital; implica combinar lo que se construyó emocionalmente con la edad como fortaleza y lo que aparece como oportunidad renovada, diferente en el entorno.  

Hoy gracias a la experiencia de vida de “viejos con mente abierta”, las empresas los convocan para que brinden sus conocimientos más vinculados con la economía del comportamiento que con la innovación tecnológica. Hoy los adultos mayores están llamados a reconvertirse en personas que brinden su capital emocional, social y cultural en la construcción de espacios de vida laborales saludables para sí mismos y para los demás.

Suele suceder que, a pesar de esos esfuerzos, en ocasiones, el adulto es desvinculado del mundo laboral al que se dedicaba. Y se puede preguntar ¿Dónde estaba la oportunidad? Y puede agregar ¡No quería irme y “me fueron”! Pero, en lugar de pasar los días lamentando pérdidas, vale la pena, desafiar el dolor, indagar y apelar a las herramientas positivas internalizadas para hacerlas brillar con renovadas pinceladas, producto de la experiencia y la imaginación. Es cierto, no es fácil, implica estimular el deseo, dedicarse con entusiasmo, …  pero es cierto también que no se compra ni se vende en la ferretería, constituye una producción interior.  Y sin lamentar las posiciones perdidas, disfrazadas de mal humor y hasta de violencia simbólica Cicerón nos invita, a un nuevo ciclo, en el que con los mismos recursos que se poseen a veces de manera no consciente, se pueda producir un mundo nuevo de actividades, en diversos ámbitos. Y en ese momento el adulto mayor podría desplegar un cúmulo de experiencias para reinventarse en alguien valioso para otros y para sí mismo.

Envejecer laboralmente con sabiduría es un arte. Se puede envejecer con incapacidad de proyección vital o con entusiasmo por lo nuevo que espera. Algunos construyen la gloria y el reconocimiento y otros el enquistamiento y la decrepitud. Pero en un lugar, todos guardamos las disposiciones y herramientas de la juventud, a veces están tan ocultas que parecen no existir. Lo importante es tener claro el objetivo: querer practicar la sabiduría vital como arte y aplicarlo a la vida laboral. Para ello, hay que darse cuenta y hacerse cargo de las elecciones.

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