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Especial «Nuevas desigualdades en la Pandemia». Por Bernardo Kliksberg.

Hay una inequidad central en la pandemia. Las cifras de contagio, hospitalización, y víctimas fatales, son muy diferentes en los sectores más desfavorecidos de la población. Como lo subrayó el Secretario General de la ONU Antonio Guterres “No estamos todos en un mismo bote”. No lo estamos respecto al coronavirus ni tampoco ante los riesgos del cambio climático.

En estrecha interrelación con la pandemia han emergido nuevas desigualdades. El objetivo de esta nota es poner a foco varias de las más importantes: el acceso a vacunas, y las tasas de desocupación y trabajo expuesto. Se examinarán sumariamente.

  1. La Brecha En Las Vacunaciones

La puesta en marcha de la aplicación de las principales vacunas ha mostrado que la alta efectividad que se les adjudicaba en combatir el coronavirus se está cumpliendo También los márgenes de seguridad que surgieron en las etapas previas de prueba. La utilización conjunta de las vacunas y de un conjunto de prevenciones que cubren un amplio abanico, entre ellas el lavado de manos, los barbijos, la distancia, la evitación de concentraciones de personas, la extensión del teletrabajo, dan resultados concretos.

Así Estados Unidos, que fue el mayor epicentro de la pandemia hasta finales del 2020, ha registrado una notable mejoría. La gestión Biden prometió que en sus primeros 100 días alcanzaría cifras de vacunación más que duplicó. A mayo del 2021, el 41% de los adultos han recibido las dos dosis de la vacuna y el 56% una dosis, y el Presidente ha anunciado que para Julio esa cifra llegaría al 70%. Vigorosas políticas públicas hicieron uso maximizante de una producción en ascenso continuo de vacunas, y crearon oportunidades de recibir la vacuna, por muy diversos conductos para toda la población mayor de 16 años. Por ejemplo, New York que pasó por momentos de crisis aguda, bajó el coeficiente de contagios a un 1%, y el CDC que administra la salud ha autorizado el no uso de barbijos en grupos reducidos al aire libre.

Otros países que también han aplicado la vacuna en gran escala se han beneficiado sobremanera. Uno de los casos más destacados es el de Gran Bretaña, que después de pasar por momentos de crisis, redujo la incidencia de la pandemia al acelerar el esfuerzo de vacunación. A inicios de mayo había administrado una primera dosis al 40.2% de la población. Está liberando diversas áreas de actividad. También Israel que la aplicó al 60% de los adultos logró resultados considerables, bajando las infecciones al 0.4% y casi eliminando los decesos. Ha abierto completamente la economía. Asimismo, las vacunaciones mostraron su fuerte efectividad en países que tienen alta aplicación de las mismas. Entre ellos ya administraron la primera dosis Islandia (39.4%), Finlandia (35.8%), Canadá (34.1%), Singapur (32.5%), y otros países que lideran la tabla de avances.

Todos los mencionados son países desarrollados e industrializados. Un caso diferente significativo es el de Bután, el país que creó la medición del producto bruto de felicidad. Es una sociedad rural, pero de muy altos valores éticos, y disciplina social. En pocas semanas se aplicó la vacuna a más del 64.7% de la población. Apeló a su capital social. movilizando un ejército de voluntarios que llegó con esfuerzos ímprobos a cada una de las aldeas de difícil acceso de esa nación montañosa. Los indicadores de éxito en la contención del virus son óptimos.

La vacuna es decisiva como lo han verificado esas y otras experiencias, pero se ha creado una gran brecha en la posibilidad de contar con ella. Hasta el 21/5/21 se habían aplicado mil 160 millones de vacunas, pero el 83% en países de ingresos medios y altos, y solo un 0.2% en países de ingresos bajos. Mientras la tasa de vacunación se aproximaba al 70% en USA como se refirió, y era del 31% en la Unión Europea, era de 1.3% en África. Solo un 2% por ejemplo en Malawi, un 0.3% en Filipinas, y del 8% primera vacuna y 2.8% vacuna completa en la India (1.400 millones de habitantes). La India es hoy el país más afectado del mundo, con 350.000 contagiados y 3000 muertos por día.

La desigualdad radical en el acceso a vacunas es una de las causas principales por las que se ha llegado a las muy elevadas cifras mundiales de 158 millones de infectados, y 3.2 millones de víctimas fatales que empeoran a diario con desastres como el de India y el Brasil. Este país (215 millones de habitantes) es a pesar de sus potencialidades económicas otro epicentro de la pandemia, con 15 millones de infectados, y 422.000 muertos. Incidieron su altísima desigualdad (tiene uno de los peores coeficientes Gini del mundo), y la pésima gestión Bolsonaro que desconoció la existencia misma de la pandemia

El pronóstico es sombrío para gran parte de la humanidad por la extrema desigualdad en el acceso a las vacunas. Se estima que de seguir el problema a este ritmo, la mayoría de la población de los países pobres no estará vacunada hasta fines del 2024. Ello significará innúmeras víctimas evitables, y una muy complicada situación mundial, porque puede favorecer nuevas mutaciones, y retrocesos en países con progresos.

El mecanismo ideado por la ONU y apoyado por más de 192 países, el CEVAX que aspira a asegurar vacunas a los países pobres en base a donaciones y arreglos con los ricos, no ha podido funcionar adecuadamente porque no ha tenido los apoyos imprescindibles del mundo desarrollado. Ni siquiera se ha cumplido con gran parte de las contribuciones comprometidas por los países ricos cuando se creó. Entre enero y abril del 2021 proyectaba enviar a países pobres 235 millones de dosis, solo pudo conseguir y mandar 54 millones.

Han crecido aceleradamente las presiones de países, personalidades y opinión pública para lograr el uso libre de las patentes de las vacunas, para expandir la producción local. India, Sudáfrica y más de 60 países exigieron a la Organización Mundial de Comercio una excepción al respecto dada la emergencia. En abril 170 Expresidentes y Premios Nobel, le escribieron al Presidente Biden solicitando su intervención. Biden decidió dar ese gran paso, enfrentando a poderosos intereses económicos. Afirmó que esta situación excepcional requería medidas acordes de carácter temporario. Según las encuestas cuenta con el apoyo del 60% de la opinión pública americana, y solo se opone un 25%. Su propuesta de suspensión de las patentes tuvo asimismo un vigoroso apoyo del Papa Francisco en “nombre de la ética”.

El muy escuchado Dr. Anthony Fauci, considerado la máxima autoridad mundial en la pandemia, tomó posición. Señaló que los laboratorios líderes en la vacuna deben actuar o expandiendo fuertemente su capacidad de producción para suplir a otros países a un precio que resaltó debía “ser disminuido en extremo” o transfiriendo su tecnología a los países en desarrollo para que puedan hacer copias económicas. Afirmó: “Siempre he respetado las necesidades de los laboratorios de proteger sus intereses para poder seguir operando pero no se puede hacer a expensas de no permitir vacunas que pueden salvar las vidas de las personas que las necesitan. No es posible que haya personas en el mundo muriendo porque no tienen acceso a un producto, del que sí disponen las personas ricas”.

La ciencia, a través de personalidades como Fauci, ha puesto en el centro de la cuestión a la desigualdad. La Presidenta de la Unión Europea ha subrayado que “la vacunación es un derecho humano universal”.

Lo que está en juego fue muy bien resumido por Boston Zimba (citado por The New York Times, 5/5/21), un médico experto en vacunas de Malawi “Lo de las vacunas es una cuestión moral. Es una cuestión sobre la que los países ricos deberían reflexionar. Es acerca de su conciencia. Tiene que ver con cómo se definen a sí mismos”.

II. Desocupación: Los Perdedores

La pandemia ha causado profundos estragos en los mercados laborales elevando sustancialmente las tasas de desocupación. Sus consecuencias económicas han profundizado las agudas desigualdades ya vigentes en el mundo del trabajo. Una amplia encuesta laboral de Gallup realizada en 117 países (2020-2021) encontró que hay dos aspectos claves que influyen en las probabilidades de pérdida del trabajo: el estrato socioeconómico y el nivel educativo.

En 103 de los 117 países analizados, entre los que están en el 20% de menores ingresos han perdido sus trabajos el 41%. En cambio en los ubicados en el 20% de mayores ingresos, fue casi la mitad, el 23%.

El nivel de escolaridad alcanzado es también determinante. En 97 de los 117 países, los que han completado un primer grado universitario, que cuentan por tanto con 16 o más años de escolaridad, han podido sobrevivir mucho más en sus empleos, que los que están por debajo de esos logros. Entre los primeros perdieron sus trabajos solo el 16%. Entre los segundos más del doble, el 35%.

Entre otros ejemplos, en Filipinas y Kenia el 66% de los trabajadores sin educación universitaria inicial, perdieron sus ocupaciones en la pandemia. En la India, Zimbabue, Tailandia, y Perú, fueron más del 50%.

En cifras aproximadas, los trabajadores ubicados en el último quintil de la estructura social y sin educación universitaria inicial, han tenido un 100% o más de posibilidades de quedar desempleados que los otros.

  1. Los Más Expuestos

Las dimensiones referidas, estrato socioeconómico y nivel de educación son también definitorias en el tipo de trabajo. Las personas ubicadas en el 30% de menores ingresos tienen 4 veces más probabilidades de estar en trabajos que significan contacto físico directo y continuo con numerosas personas, que los que están en el 10% superior, lo que aumenta sensiblemente sus chances de contagiarse.

Un estudio en New York sobre las diversas causas por las que la población de color y la latina han tenido índices mucho más altos de contagio que la blanca en la primera ola, demuestra que muchos no than tenido otra alternativa que tomar ocupaciones más expuestas. Entre ellas, empleados en negocios que expenden alimentos, distribuidores de alimentos y todo tipo de artículos a domicilio, servicios públicos de transporte, y otros similares. Dice Wafaa El-Sadr, profesora de epidemiología de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Columbia: “los trabajadores de la primera línea han cargado el peso de la primera ola de la pandemia…son personas que no han tenido el lujo de poder trabajar virtualmente”.

El grado de educación también incide. Los que tienen educación universitaria inicial han tenido muchas más oportunidades de operar desde sus casas en la pandemia.

  1. Alternativas

¿Hay vías concretas de hacer frente a la desocupación en la pandemia?. El informe Gallup muestra que los grados de desigualdad de un país son un importante predictor de lo que puede suceder en la materia.

En los países más igualitarios, los trabajadores con menores ingresos y educación son protegidos del desempleo masivo por políticas públicas activas, que buscan alianzas o subsidian a las empresas privadas para que no los despidan. Ello ha sucedido entre otros en Alemania, Francia, Suiza, Dinamarca, Noruega, Holanda y Nueva Zelandia. En todos ellos la opinión pública ha mostrado un sólido apoyo a políticas proempleo de ese tipo. También ha tenido un fuerte peso la visión de que las personas que perdieran sus trabajos difícilmente puedan después recuperarlos. Si se los conserva en ellos aun con menos horas, la situación es mejor.

En esos países ha habido asimismo un apoyo significativo a las PYMES grandes creadores de empleos y las cooperativas, que buscan por principio garantizar las posiciones laborales. Hay 3 millones de cooperativas, que tienen más de 1000 millones de miembros. Se calcula que crean el 10% de los empleos.

  1. Una Conclusión

En un mundo con inequidades inéditas y pobreza en gran escala, la pandemia atacó en medida mayor a los sectores más débiles, profundizando aún más las brechas. Junto a ello, han surgido nuevas y críticas formas de desigualdad, que marcarán el futuro.

La del acceso a las vacunas es decisiva. Es imprescindible que haya cambios de fondo que como lo ha pedido la ONU, el Papa, y los países en desarrollo, restablezcan el derecho universal a la vacuna hoy negado en la práctica. No se puede condenar a gran parte de la humanidad a los sufrimientos humanos y sociales inmensos que acarreará la negación de ese derecho, y obligarla a esperar dos o tres años más, conviviendo a diario con el virus. Asimismo, es imperativo cuidar los trabajos, generar nuevas fuentes de empleo y proteger mucho más a los trabajadores expuestos.

Enfrentar estas nuevas desigualdades no admite espera alguna.

Bernardo Kliksberg: Asesor de diversos organismos internacionales. Autor de múltiples obras de extendida difusión, entre ellas “Primero la Gente” que escribió con el Nobel Amartya Sen. Profesor Honorario y Doctor honoris causa de numerosas Universidades de América Latina, Europa y Asia.

Articulo publicado en LE MONDE DIPLOMATIQUE mes de Mayo/21 y autorizada su publicación por el autor Bernardo Kliksberg

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