• [easy-social-share buttons=»facebook,twitter,linkedin» counters=0 style=»button» point_type=»simple»]

Recursos Humanos, Reservorio, Ubicación 2

Las palabras convencen; los ejemplos arrastran. A propósito de la comunicación humana. Por la Dra. Ana Lamas.

Hace una semana en mis primeras caminatas otoñales de fin de semana, mientras escuchaba un programa a través del teléfono celular, me impactó una frase conocida pero guardada allá lejos en mi memoria:  “las palabras convencen pero los ejemplos arrastran”. La fuerza y la contundencia del mensaje me encaminaron a buscar quién era su autor … y en todas las páginas consultadas aparece: “creador anónimo”. Pero…¿Solo curiosidad? ¿Mi interés no va más allá? me pregunté. Seguro que fue porque hace un tiempo escribí un artículo para esta misma newsletter, en donde expresaba mis ideas sobre las estrategias de comunicación humana. Y allí dejaba la impronta del valor de  la palabra como artífice  del consenso. Hoy retomando aquellas ideas, estimo que es preciso completarlas a la luz de la frase escuchada y ante las estretegias de guerra  – comunicación por la violencia física- desplegadas entre Rusia y Ucrania, que alcanzan  también a   las agresiones cuerpo a cuerpo, que observamos a diario en el país y en el mundo.

Con frecuencia, vemos ejemplos de políticos que transgreden las normas que ellos mismos firmaron, pensando que en este mundo interconectado casi carente de privacidad, nadie se va a enterar de sus picardías o delitos. O de ciudadanos que reclaman como en la película Relatos salvajes, ante los organismos públicos y privados… se dan media vuelta y comenten otras violaciones a las reglas instituidas o acordadas. Y esto se puede observar en las escenas familiares, sociales, laborales, empresariales, hasta las internacionales.

Es cierto, que las palabras convencen. Pensemos en las intercambiadas entre Hitler y Chamberlain a propósito de la búsqueda británica, a través de su primer ministro, orientada a detener el avance de Alemania sobre Europa. La palabra de Hitler convenció a Chamberlain, tenía el valor de la promesa: no avanzar. Lo que vino después, me refiero a la Segunda Guerra Mundial demostró que faltaba algo más para creer en la promesa… Pero, ¿ Qué faltaba? ¿Cómo conocer el valor de la palabra prometida de antemano?

Para responder a la pregunta, tal vez sea bueno recordar una lección que se le atribuye a Gandhi… Cuenta el relato que una madre desesperada porque su hijo comía demasiados dulces sin control, le pidió a Gandhi que aconsejara y convenciera al pequeño que debía abandonar la mala costumbre … Luego de pensar unos segundos Gandhi respondió: -Tráigame a su hijo en 15 días…

Pasó el tiempo y así fue que en la fecha indicada la mujer regresó con su hijo ante Gandhi y este dirigiéndose al niño, con la fuerza de la convicción y la mansedumbre, a la vez, que lo caracterizaba le dijo: – ¡No debes comer más dulces….! La mujer asombrada le preguntó con cierta curiosidad: -¿ Por qué me hizo esperar 15 días para decirle esto?  Y Gandhi le respondió: -Porque me dí cuenta que primero debía dejar yo de comer dulces para darme cuenta que primero va el ejemplo y después la sentencia.

Más allá si fue Gandhi quien protagonizó el hecho, lo rescatable del relato es la ejemplaridad, anterior a la palabra para que esa palabra sea credible. En la paleta multicolor de la vida, la estrategia comunicacional humana requiere de una genuina conexión con hechos anteriores que prueben, demuestren y expliquen como lo hace la filosofía práctica con el encanto de lo simple, que los dichos son confiables.

Doctora Ana María Lamas
Lic. en Ciencias de la Educación (UBA) y Dra. en Filosofía Y Educación con reconocimiento “Cum Laude”.
Especialista en Ciencias Sociales y Educación a Distancia.
Docente y directiva en el nivel secundario y universitario. Dictó cursos y seminarios sobre su especialidad en Argentina, América y Europa.
Publicó artículos en revistas científicas en el país y en el extranjero.
Escribió libros académicos y de divulgación científica referidos a educación, nuevas tecnologías, juego y trabajo. Emprendió la creación y luego la gestión de una radioeducativa escolar, movida por la percepción del poder educador de los medios de comunicación.
Ha recibido el Premio a la Excelencia Educativa otorgado por la Federación de Cámaras de Comercio del Mercosur.
Actualmente es profesora en Maestrías en UCES y Directora de la Lic. en Periodismo de Universidad Maimónides

Previous ArticleNext Article

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *