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Foto Perfil

En la Misa Tedeum se llamó a cuidar la vida y a preservar la unidad.

En la Misa Tedeum se llamó a cuidar la vida y a preservar la unidad 

El arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Aurelio Poli, presidió el tedeum por el 25 de Mayo en la catedral metropolitana, en donde llamó a cuidar la vida y preservar la unidad, y destacó que no hay espacio para “especular ni acaparar con las necesidades del pueblo” y tampoco para “llevar al terreno de las ideologías, posturas partidistas o intereses sectoriales”.

Asimismo en su homilía el arzobispo porteño respaldó las medidas centradas en el hombre por encima de la economía:

Señaló que hace pocos días, el Papa Francisco manifestó:

Algunos gobiernos han tomado medidas ejemplares con prioridades bien señaladas para defender a la población. Es verdad que estas medidas ‘molestan’ a quienes se ven obligados a cumplirlas, pero siempre es para el bien común y, a la larga, la mayoría de la gente las acepta y se mueve con una actitud positiva. Los gobiernos que enfrentan así la crisis muestran la prioridad de sus decisiones: primero la gente. Y esto es importante porque todos sabemos que defender la gente supone un descalabro económico. Sería triste que se optara por lo contrario, lo cual llevaría a la muerte a muchísima gente, algo así como un genocidio virósico”.

Mensaje de la iglesia en el 25 de mayo

En el marco del Tedeum por el aniversario de la Revolución de Mayo, el cardenal primado Mario Poli expresó que «Dios está nombrado en el preámbulo de la Constitución Nacional pero nos olvidamos de que existe” –afirmó- “(…) lo dejamos al margen de las decisiones, confiamos sólo en nuestra capacidad, en las ecuaciones sin que dominemos todas las variables” sostuvo.

Poli advirtió que «en los tiempos de crisis y desencuentros entre los argentinos no dominan las fuerzas económicas sino las espirituales»,

Y destacó cómo durante más de 200 años nuestro pueblo atravesó momentos oscuros, “a veces sobreviviendo a sostenidos periodos de confusión a la carencia de medios básicos y al flagelo de desocupación, dando lugar a los humillantes rostros de la indigencia, paradójicamente en una tierra rica de recursos naturales».

Y añadió: «Este pueblo que todo lo toleró sin perder la esperanza de un mañana mejor confiando en una justicia distributiva largamente esperada”. Asimismo remarcó que «los cambios sociales y culturales se dan en procesos que demandan tiempo que nos trasciende y superan los periodos de gobiernos»

Y subrayó que «mientras dura ese proceso el primer deber del Estado es cuidar la vida de sus habitantes, especialmente de los débiles, los pequeños, los pobres y marginados y los ancianos marginados».