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Recursos Humanos, Ubicación 2

Del dicho al hecho hay un largo trecho. A propósito de los programas de formación laboral en Argentina. Por la Dra. Ana Lamas.

Transcurría mi juventud, durante la segunda mitad del siglo XX y los refranes en boca de los adultos eran sentencias aplicables a diferentes situaciones de la vida cotidiana. Con el tiempo y la madurez me fui dando cuenta, que esa sabiduría popular tenía muchas versiones en la realidad. Tal es el caso del refrán: “Del dicho al hecho hay un largo trecho”. Expresión que más tarde la completé con la lectura del  El Mercader de Venecia, la obra de Shakespeare, en donde el personaje de Porcia sentenciaba “buen predicador es el que sigue sus propios preceptos”.

Tanto el refrán popular como el literario, aplican a los programas de formación, intermediación y acceso al mercado laboral para jóvenes, tema sobre el que me propongo reflexionar hoy.

Existen en Argentina diversas ofertas educativas-laborales ya sea de organismos gubernamentales como de organizaciones no gubernamentales. En este sentido, me interesó averiguar cuáles son los programas oficiales, quiénes son sus beneficiarios y cuál es el resultado en términos de inserción laboral.

¿Por qué me importan estas cuestiones? Porque del plan “dicho” o escrito al “hecho” de la inserción laboral vislumbro algún quiebre en el “trecho”.

En la agenda estatal, el tema de la inclusión laboral está presente desde la década de los 90. Pero, es recién en este siglo que el paradigma de asistencialismo y compensación ha mudado hacia políticas activas de inclusión a través de programas de formación, ayudas e incentivos económicos. Sin embargo, estudios de campo rigurosos dan cuenta de que lo “dicho” no es un “hecho”. Por eso, los invito a analizar qué pasó en el “largo trecho”.

 Entre los programas de formación, empleo e intermediación laboral, preparados por el gobierno nacional se advierte una intencionalidad de revertir la situación de desocupación de los jóvenes. Sin embargo, los datos del INDEC sobre desempleo de jóvenes hasta 29 años para el total del país no muestran resultados que podrían considerarse satisfactorios.  Lo cierto es que la tasa de desempleo joven es la más alta comparativamente con la de otras franjas etarias. A pesar de los esfuerzos sostenidos desde la década de los 90.

Es cierto que el problema no es solo de capacitación, empleo o competencias para el emprendimiento independiente. Es mucho más complejo y abarca desde la estructura productiva, inversiones en desarrollo, problemas sindicales, formación para el empleo hasta las motivaciones y expectativas individuales

Uno de los estudios de campo mencionados, -que se completa con una actualización en 2018- fue realizado en el sector de la construcción en zona sur del conurbano de la provincia de Buenos Aires y muestra que no se ha logrado una continuidad en la formación profesional en instituciones educativas y menos aún la incorporación de empleados a ese sector de actividad. Se ofrecieron 3.325 cursos en variadas ocupaciones y de distinta duración para llegar a la mayor cantidad de posibles beneficiarios y sin embargo los resultados no fueron alentadores. Una frase del informe sintetiza claramente la decepción con sabor a fracaso cuando afirma: la “mayor frustración del curso fue la promesa incumplida de inserción laboral”. Otro de los estudios centrados en la provincia norteña de Chaco, en la zona de su Capital Resistencia, puso foco en el autoempleo y los microemprendimientos. Dentro del total de 630 proyectos ofertados se inscribieron 924 jóvenes, de los cuales solo participó el 7% de proyectos financiados.

Se podría decir que los datos presentados son anteriores a la pandemia y carecen de actualidad. Ocurre que en momentos en que azotaba el COVID-19, Argentina se centró en la conservación de los empleos y PYMES que estaban en funcionamiento, a través de diferentes medidas económico-sociales, según informe de CEPAL del 2020. Y aun cuando los Programas de formación, empleo e intermediación laboral de carácter oficial seguían en vigencia, la situación no permitió avanzar en ellos debido a las restricciones de circulación a los que se sumaron cuestiones económico-financieras.

La primera interpretación que me surge de lo expuesto se refiere a la desarticulación del “trecho”. ¿Quiénes son los responsables de esas intermediaciones y cómo a pesar de existir en los “dichos” llegan muy pocos al “hecho”? Quiero decir que los resultados de empleabilidad y emprendimiento no son satisfactorios.

El “trecho” falla en ocasiones, porque el diagnóstico de las necesidades locales o regionales de empleo no responden cabalmente a las características y dinámicas del mercado de trabajo. Pero por sobre todo por una falta de visión y compromiso compartido por todos los actores e instituciones que están involucrados en el diseño y la implementación de las propuestas. Tales conclusiones se siguen de los informes de campo analizados.

¿Cómo salir de ese entramado y cuáles podrían ser las cuestiones por mejorar?

Antes de iniciar un programa, se necesitaría lograr compromiso y sinergia interinstitucional, luego mayor regionalización de los programas según necesidades locales, incorporación de ofertas transversales y ofrecimiento de aprendizajes y propuestas colaborativas entre receptores de programas.

Sé que no es fácil, ni del lado de los que gestionan ni de los destinatarios porque:

Si hacer fuese tan fácil como saber lo que es preferible, las capillas serían iglesias, y las cabañas de los pobres, palacios de príncipes. El buen predicador es el que sigue sus propios preceptos; para mí, hallaría más fácil enseñar a veinte personas la senda del bien, que ser unade esas veinte personas y obedecer a mis propias recomendaciones.

Sin embargo, es una obligación gubernamental y ciudadana seguir trabajando, aunque el camino sea escarpado.

Ana María Lamas
Lic. en Ciencias de la Educación (UBA) y Dra. en Filosofía Y Educación con reconocimiento “Cum Laude”. Especialista en Ciencias Sociales y Educación a Distancia.
Docente y directiva en el nivel secundario y universitario. Dictó cursos y seminarios sobre su especialidad en Argentina, América y Europa. Publicó artículos en revistas científicas en el país y en el extranjero.
Escribió libros académicos y de divulgación científica referidos a educación, nuevas tecnologías, juego y trabajo. Emprendió la creación y luego la gestión de una radioeducativa escolar, movida por la percepción del poder educador de los medios de comunicación.
Ha recibido el Premio a la Excelencia Educativa otorgado por la Federación de Cámaras de Comercio del Mercosur. Actualmente es profesora en Maestrías en UCES y Directora de la Lic. en Periodismo de Universidad Maimónides
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